sábado, 25 de marzo de 2017

Breve historia del origen del estudio del Transgeneracional





Para ser honestos, lo Transgeneracional es conocido desde hace mucho tiempo.

Ya en la Biblia nos topamos con frases como: “Los padres comen la uva verde, y a los hijos les rechinan los dientes”, o cuando Jesús curaba a un enfermo, sus apóstoles le preguntaban “¿Señor quien ha pecado él o sus padres?”.

Todos, en cierta manera hemos observado en algún momento de nuestras vidas con mayor o menor curiosidad nuestro árbol genealógico, pues a nivel consciente pero sobre todo inconsciente nos hacemos preguntas como: “¿De dónde venimos?, ¿A dónde vamos?, ¿Quién soy? o, ¿Qué es lo que hago aquí?

Nuestra educación, nuestras creencias y nuestras experiencias nos han llevado a normalizar, racionalizar o incluso llamar “casualidad” a diferentes circunstancias que se repiten en nuestras vida, en nuestras familias, una generación tras otra.

Muchos hemos tenido el primer contacto con este apasionante tema  de la mano de Enric Corbera, Christian Féche o Salomon Sellam, entre otros, ya que está reconocido por ser uno de los aspectos fundamentales de la Bioneuroemoción o Biodescodificación (Transgeneracional, Proyecto Sentido y Biología) pero fue Anne Ancelin Schützenberger (Doctorada en Psicología, Licenciada en Derecho y Magisterio) quien puso en el mapa, el análisis transgeneracional y los programas heredados de nuestros ancestros.

Hoy, hablaremos un poco de ella:

Psicóloga, abogada y profesora, Anne Ancelin Schützenberger, comenta en varias entrevistas que en los años 70, iba a tratar a su domicilio a una joven sueca de 35 años que estaba desahuciada por un cáncer que padecía. Los médicos acababan de amputarle una parte del pie y se preparaban, impotentes, a amputar todavía más. Ya que ella era psicoanalista, pidió a esta mujer que dejara libre su mente y le contara todo lo que pasaba por su cabeza.

Este ejercicio habría podido desarrollarse durante diez años, pero no había nada que ella sintiera que pudiera hacer para ayudarla. En una de sus visitas, en el momento en el que ya salía de la casa un retrato  llamó su atención. Existía un enorme  parecido físico con su paciente.

Entró de nuevo y le preguntó por ese retrato, a lo que ella le respondió que se trataba de su madre, fallecida años atrás. Anne continuó con sus preguntas y averiguó que la mujer del retrato falleciera de cáncer, a la edad de treinta y cinco años. Esta doble "coincidencia" la edad y la enfermedad la dejó estupefacta.

De pronto tuvo la sensación de que esta mujer se había programado para caer enferma, a la misma edad en que su madre había muerto de cáncer.

¿Qué le impedía pensar en la enfermedad como una simple casualidad?, ¿o incluso una  transmisión genética?  
Esa realmente es la dificultad que se plantea para todo lo que incumbe al inconsciente, invocar absolutamente todo como una causa el azar.
En cuanto a la genética, ella decía que difícilmente podía hacer coincidir las fechas hasta ese punto. Sobre todo porque esta historia le recordó inmediatamente otra...

Un día en el que su hija le había hecho las siguientes preguntas:” ¿Te das cuenta mamá?, eres la mayor de dos hijos y el segundo está muerto, papá es el mayor de dos hijos y el segundo está muerto y  yo soy la mayor de dos hijos y el segundo está muerto”.

Esto realmente había sido para ella una gran conmoción. Por lo que en ese momento, se planteó verificar con otros pacientes lo que ella ya intuía con respecto a esta mujer. 
Les pidió a todos sus pacientes que dibujaran su árbol genealógico y, si era posible, indicaran bajo el nombre de los ancestros, los momentos más importantes de la historia familiar... "Tuberculosis del abuelo, matrimonio de la madre, accidente de coche del padre." ...También les pidió que pusieran la edad y la fecha en las que se habían producido tales acontecimientos.

Los árboles genealógicos le revelaron repeticiones asombrosas: una familia en la que las mujeres, con leucemia, morían durante tres generaciones en el mes de mayo; una sucesión de cinco generaciones en la que las mujeres se volvían bulímicas a la edad de trece años; una genealogía en la que los hombres eran víctimas de un accidente de coche el día de la primera vuelta a clase de su primer hijo.

Estaréis de acuerdo en que sería demasiada osadía ver la acción de la casualidad en las familias en las que estos datos se encuentran, en cada generación, las mismas fechas de nacimiento, el mismo número de matrimonios en los hombres y siempre a la misma edad...

En cuanto a la herencia genética, ¿creéis que un accidente de coche puede transmitirse a través del ADN?

Espero haber suscitado por lo menos tu curiosidad, ya que como dice Jodorowsky:

"Tener un árbol y no estudiarlo, es como tener un tesoro y no utilizarlo"

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